"Cuanto tiempo perdí recordándote, como no te esfumas de mi
alma, sé que nadie me vio jamás contigo, esperamos que el tiempo lo borrara. Y
de las sombras apareces tú, abres otra y otra esperanza en mí, te doy una
mentira y la conviertes en verdad, al mirar a tus ojos, no se compara el
sufrimiento de un pueblo, de Pompeya y
su gente, que su vida entregaron, igual que yo, discursos te escribí, pero no
me dejaste decirlos, me mataste antes, el breve maullido del minino que en tu
tumba descansaba, ese que viste en la Rue Morgue. Huiste como una gaviota,
porque la muerte acecho en tu retrato, y yo llorando te vi sufriendo, y ahora
tú eres quien llora. El ovalado retrato que Miguel Ángel creo, amor le jure, te
amare le dije, y le ame, le ame como a esa guitarra que en esa canoa te regale,
ese instrumento que, a un cello sustituyo, y él sabe que te amé como en el fin
de los tiempos te amé, como a ese piano, quien fuera esa palabra, que el
silencio destruyo, el encantador, el mago, el mítico, un sortilegio, en el umbral de mis delirios, recuerdos,
recuerdos contigo, oscuros, y recuerdos que mi mente destruyeron, en fuga mi corazón
esta, buscando un nuevo día, buscando una esperanza en medio de nuestro confuso
amor, busca esperanza como un judío en medio de Auschwitz. Allan Poe me lo
dijo, el pensador lo predijo, Mozart con la viola vibrar lo hizo, y con tu
recuerdo autodestruirme hice.
Que le digo a la muerte, que me advirtió, a tu lado me
atreví a estar, en los perros encontré mis amigos, la esposa mi luna fue, como
las palomas soy, que en lo alto entregan su sueño, profunda fue mi nostalgia,
al verte con él, y ya en estos días, esos días, en los que el silencio más me
valía que tu vida, tus ojos ardían, al escuchar su voz, esas mañanas en que ni
siquiera él se atrevía a aparecer, calurosa es su luz. ¡Asesina!, Ay de esos días,
que la luna mi comunicador fue para charlar, tan solo un rato de esos momentos
atravesando el Cautín".
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